Hoy no te irás de este sitio sin saber cómo te puede estar afectando la falta de autenticidad y qué puedes hacer para empezar a ser más auténtico o auténtica.
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El tema de la autenticidad últimamente sale mucho también por las redes lo he visto con el tema de que si te maquillas o te vistes de determinada manera, o si tienes una casa más bonita o menos bonita, que si tienes el efecto halo o no los tienes, peluquería, vestimenta…
Es verdad que a veces asociamos lo bonito con más autoridad o con algo bueno.
Bonito: bueno. Feo: malo.
Esta forma de interpretar la realidad es parte de un cerebro primitivo que nos hace identificar en las formas si hay peligro.
Creo que la belleza es algo muy importante y de la cual nos tenemos que rodear todos los seres humanos porque afecta positivamente a todo nuestro bienestar energético, emocional y mental también.
Siempre que pensamos en belleza, la mayoría de nosotros pensamos en algún lugar en la naturaleza, en algún monumento natural, en algún animal y aunque cada uno tiene sus estándares, hay cosas que son comunes.
Cuando dejamos de ser auténticos también dejamos, de alguna manera, de ser bellos y no solamente lo que se ve externamente, también lo que emanamos desde el interior.
Somos seres gregarios y estamos todo el tiempo relacionándonos con nosotros mismos y con el entorno, el tema es que cuando no hay autenticidad en esas relaciones, se ven ampliamente resentidas.
Y te explico por qué.
En una relación laboral por ejemplo, en la que tu jefe no deja de pedirte tareas y no se da cuenta de que está pidiendo más de lo que tú puedes asumir, tu dices a todo que sí con una sonrisa pero por dentro quieres irte a llorar al baño, porque no vas a poder con todo y te estás agobiando.
Esto es una gran falta de autenticidad. Una parte de ti dice que sí con una sonrisa, mientras que otra parte, quiere salir corriendo.
Es natural, también pasa en otras relaciones. Con amigos muchas veces dices que te apetece el plan, pero en realidad tú estás diciendo que sí porque tienes miedo a que esos amigos te dejen de invitar o que no cuenten contigo para otros planes.
En relaciones de pareja, adaptarte a lo que tu pareja quiere y a sus necesidades, dejando las tuyas de lado.
Todo eso es falta de autenticidad y tiene muchísimo que ver con las heridas emocionales del ser humano y que todos tenemos.
Las heridas emocionales del abandono, el rechazo, la traición, la injusticia y la humillación nos afectan profundamente. Estos miedos a sentirnos traicionados, juzgados, rechazados o abandonados nos llevan a ponernos máscaras para sobrevivir en situaciones que percibimos como adversas.
Estas máscaras nos ayudan a funcionar en sociedad y a mantener relaciones más o menos saludables. Desde temprana edad, aprendemos a utilizar estas máscaras, y a lo largo de los años, podemos adquirir nuevas.
A menudo nos colocamos una máscara de rigidez, por ejemplo, cuando deberíamos estar sonriendo en una reunión de trabajo. Sentimos la necesidad de mantenernos serios y con una postura correcta, sin permitirnos hacer bromas o ser nosotros mismos, incluso cuando estamos relajados y bien.
Lo mismo ocurre en nuestras relaciones de pareja, donde nos adaptamos a lo que la otra persona quiere, dejando de lado nuestras propias necesidades y autenticidad.
La razón por la cual dejamos de ser auténticos es el miedo. Miedo a la incertidumbre, al juicio, al abandono y al rechazo. Este miedo está profundamente arraigado en nuestro cerebro primitivo, que nos advierte que si somos auténticos y nos rechazan, corremos peligro de muerte.
En la antigüedad, aquellos que quedaban excluidos de su grupo social enfrentaban peligros reales. Este temor ancestral sigue presente en nuestras células y en nuestro cerebro reptiliano.
Es comprensible que intentemos guardar una cierta forma para sobrevivir.
Pero en realidad, esto tiene un impacto negativo en nuestras relaciones. Estamos constantemente tratando de evitar el rechazo y la posibilidad de ser abandonados, pero al hacerlo, nos alejamos de nuestra autenticidad. Esta negación de nuestra verdadera esencia limita nuestra capacidad de establecer conexiones genuinas y de experimentar relaciones saludables y enriquecedoras.
¿Qué consecuencias tiene no ser auténtico?
Cuando no soy auténtica en una relación, ya sea con mis clientes como emprendedora, la otra persona lo percibe.
Existe un lenguaje no verbal que constituye aproximadamente el 70% de la comunicación, y va más allá de las palabras. Este lenguaje se percibe de persona a persona, a través de la comunicación corporal y de los corazones.
Cuando dos personas están cerca, sus corazones se equiparan y se comunican. Hay una vibración, una conexión que trasciende las palabras. Incluso el corazón contiene neuronas que nos dan información.
Cuando alguien deja de ser auténtico, ya sea por mentir o por no expresar realmente lo que piensa y siente, las personas lo perciben. Puede ocurrir en una relación de pareja, en la familia, en el trabajo o con los clientes.
Imagina que estás vendiendo un producto o un servicio, la otra persona puede detectar cuando no estás siendo del todo auténtica. A menudo, podemos sentir que nos están mintiendo o que lo que nos están diciendo no es completamente real, aunque no sepamos exactamente qué es. Esto genera una falta de confianza.
En este caso, la persona que está recibiendo esa falta de autenticidad, ya seas tú o la otra persona, puede reaccionar de diferentes maneras. Puede quedarse igual sin reaccionar, puede defenderse atacando o confrontando, o simplemente puede alejarse de ti. Estas respuestas se generan por estrés y, en definitiva, no es lo que buscamos.
Queremos ser amados, respetados, escuchados y validados. Sin embargo, la falta de autenticidad nos aleja de obtener esos resultados.
Cuando la respuesta de la otra persona es alejarse por completo, lo cual es muy doloroso o confrontarte o atacarte y no te das cuenta que es resultado de tu falta de autenticidad, no habrá manera de que entiendas lo que está sucediendo. La respuesta que recibes del exterior es un reflejo de lo que ocurre en tu interior, aunque a veces puede ser sutil y no fácilmente reconocible.
¿Cómo puedo ser más auténtico?
Para cultivar la autenticidad, lo primero que debemos hacer es ser más sinceros con nosotros mismos. Cuando nos convertimos en un personaje que creemos que debemos ser para los demás, cometemos una falta hacia nosotros mismos. Además, esto se reflejará en nuestras interacciones externas.
Tener relaciones más auténticas te ayudará a obtener mejores resultados. No me refiero únicamente a resultados en términos de negocios o ventas, sino también en tu trabajo y relaciones laborales. Cada persona tiene derecho a verte tal como eres, y tú también tienes derecho a expresarte como desees, a expresar tus pensamientos y sentimientos en el momento presente.
Como también es interesante que puedas expresar qué harías para solucionar la situación que no te gusta y dejar atrás modos de operar antiguos y obsoletos, como mentir o usar máscaras. Por ejemplo, puedes dejar la máscara de «puedo con todo» o la máscara de «haré lo que sea necesario para que no me rechaces».
Como ex-perfeccionista, puedo decirte que tratar de complacer a todos y cada uno siempre termina quemándote a ti mismo/a, porque siempre habrá alguien que tenga algo que decir.
La autenticidad es un derecho tuyo y también una responsabilidad, ya que la otra persona tiene derecho a conocer tu yo auténtico. También te aseguro que cuando la otra persona realmente conozca quién eres, la relación se redescubrirá y se nutrirá de una manera mucho más positiva.
¿Qué hacer para cultivar la autenticidad?
Es necesario poner límites y practicar la comunicación asertiva.
Establecer límites implica saber hasta dónde estás dispuesto/a a dar en una relación, ya sea con una persona, en el trabajo, con un cliente o un miembro de tu familia.
Es importante definir tus propios límites y saber hasta dónde puedes ofrecer tu apoyo. Muchas veces, en una familia, desempeñamos un rol determinado que puede llegar a explotarse hasta el punto de tener conflictos con personas que amamos, simplemente porque no sabíamos cuál era nuestro límite.
Por otro lado, la comunicación asertiva implica expresar lo que te está sucediendo, lo que piensas o sientes de una manera responsable.
No se trata de echarle la culpa al otro. Por ejemplo, en lugar de decir «me pongo nervioso/a cuando me gritas», puedes expresar «me pongo nervioso/a cuando estoy en un ambiente tenso y hay gritos».
Es importante responsabilizarte de tus propios sentimientos y pensamientos. También puedes proponer soluciones como “me siento frustrada cuando escucho gritos y prefiero tener esta conversación en otro momento en que los dos estemos más calmados”, aunque debes aceptar la posibilidad de que la otra persona no las acepte.
En el trabajo la comunicación asertiva puede sonar algo como esto: “no puedo asumir más tareas puesto que las que tengo en este momento, ya me están superando y no voy a poder cumplir los objetivos”
En vez de “me estás explotando”
Esta frase puede abrir una conversación sobre tus tareas o sobre tu salario.
Ser auténtico o auténtica te llevará a ser más consciente de tu vida en este momento y también te llevará a comunicarte mejor. Recuerda que serlo, no significa que todo lo que quieres se hará realidad, deberás estar preparada o preparado para gestionar las respuestas del exterior que no siempre serán lo que tú esperas.
En resumen:
1- Ten claro lo que quieres para poder poner límites.
2- Pon los límites de manera asertiva
Recuerda que la autenticidad es un proceso de crecimiento y desarrollo personal. No se trata de esperar que el exterior cambie para nosotros, sino de asumir nuestra responsabilidad en la comunicación y establecer límites de manera asertiva. Si haces tu parte, te sentirás satisfecho/a sabiendo que has hecho lo mejor que podías hacer. Espero que esta información te sea útil.
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