¿Sientes que la vida no te trae lo que anhelas?
¿Qué estás en el mismo lugar que hace X años?
¿Ves que la vida fluye para otros, no para ti?
Quédate conmigo los próximos minutos y empieza a ponerle cura a todo esto.
¡Dale a play!
Transcripción
Cuando sabemos lo que tenemos que hacer y tenemos que dar un gran paso para conseguirlo, y sabemos que este gran paso va a significar un cambio muy grande, aparece el miedo y es lo más normal del mundo.
Y cuando aparece el miedo aparecen dos historias en nuestra cabeza, dos tipos de historias internas que nos contamos a nosotros mismos.
Seguramente hay más versiones, pero yo he llegado a reconocer estas dos:
“Voy a dejar que la vida fluya y si eso es para mí, vendrá a mí”.
“No lo he conseguido, pero tampoco lo quería tanto”.
Quería traerte estas dos historias porque son los discursos mentales que lo único que van a hacer es dejarte en el mismo sitio.
Por un lado, es normal que esto aparezca porque el miedo está para protegernos de algo.
Cuando tenemos que dar un gran paso en nuestra vida, sabemos que del otro lado hay un cambio radical (o así lo proyectamos) y nos da miedo de perder, tal vez personas, tal vez el hogar, el trabajo, las amistades, el amor…
Al final es miedo a perder algo.
Y como ya sabemos, el cerebro nos protege ante las situaciones desconocidas porque pueden significar peligro de muerte (así es como piensa el cerebro reptiliano de hace miles y miles de años atrás), y así empezamos a contarnos unas historias para quedarnos en la zona segura.
Una de estas historias es: “Voy a dejar que la vida fluya, y si eso es para mí, vendrá a mí”.
Quiero que te plantes cuándo esta historia surge en tu cabeza, qué es lo que va a suceder para que la situación cambie y traiga a ti eso que quieres.
Porque en la vida si no hay acción, no hay cambio. En realidad, siempre hay cambios, pero cuando tú mueves una ficha en ese gran tablero que es tu vida, el juego cambia.
Sin acción no va a haber cambios aunque haya modificaciones en lo que nos rodea, pero en tu vida cuando haces un cambio y tomas una decisión, va cambiando ese futuro probable que tienes proyectado hacia delante.
Siempre va a pasar algo en el futuro, pero ya que esto es así ¿Por qué no intentar que pase lo que nosotros estamos anhelando?
Si sabes lo que quieres, que ya te digo que eso es mucho más de lo que muchas personas han conseguido, lo que te toca ahora es mover esas fichas en tu tablero.
Si tú no tomas esas decisiones y, por lo tanto, no realizas esas acciones para conseguir aquello que quieres ¿Cómo piensas que la vida va a configurarse para que eso venga a ti?
¿Ves por dónde voy? Es bastante improbable.
Por ejemplo, cuando estás planeando tus vacaciones, sabes a dónde vas a ir, sabes más o menos lo que quieres hacer, qué sitios vas a conocer, sabes si vas a alquilar un coche o una bicicleta para pasear y recorrer.
Imagínate por un momento que tú sabes todo esto, pero no haces absolutamente nada porque esperas que la vida se configure como para que tú aparezcas en ese sitio con todo organizado.
Básicamente te sientas en el sofá esperando que la vida organice tus vacaciones.
¿Qué probabilidades hay de que eso ocurra?
¿Son bastante bajas verdad?
Lo mismo pasa cuando tú sabes lo que quieres (que como te decía antes, tu ya tienes el 50% hecho) y ahora te sientas a esperar que la vida se configure o que fluya o llámale como quieras, para que eso se haga realidad.
Es igual de probable a tener unas vacaciones acorde a lo que tú quieres, sin haberlas organizado. Es decir, sin haber tomado las decisiones y las acciones que te lleven a ese objetivo.
Me gustaría que reflexionaras cuál es ese paso que quieres dar y que no estás dando por tener miedo.
El miedo a veces se disfraza de pereza o de «no sé por dónde empezar».
Para solucionarlo lo que puedes hacer es desglosar las acciones que tienes que hacer para llegar a ese objetivo.
Siguiendo con el ejemplo si quieres ir a la playa, tienes que planificar cómo vas a llegar ahí, si vas a alquilar un coche, si vas a compartir con otras personas, o si vas a ir en tren o en avión.
¿Vas a elegir una de esas opciones verdad?
Entonces “cómo ir” sería uno de esos puntos desglosados del proyecto “ir de vacaciones”.
Qué voy a meter en la maleta, cuánto dinero voy a llevar, voy a ir sola o voy a ir con alguien, todo esto es un desglose de la planificación de las vacaciones.
Para cualquier otro objetivo en tu vida no hay ninguna diferencia, vas a ir desglosando en acciones pequeñitas ese gran objetivo.
No solamente vas a apuntar las acciones y las decisiones que vas a tomar, también lo vas a hacer de una manera que sea factible para ti.
Que puedas hacerlo y que cada paso que des (que cuanto más pequeño, mejor es) te sientas bien y segura.
En nuestra cabeza todo se hace una gran pelota, pero cuando los pasos los damos de a poco y desglosamos en pequeñas acciones y objetivos, estamos enseñando a nuestro cerebro (ese cerebro antiguo y que nos protege de salir de la zona segura), que no hay peligro, que cada paso es seguro para nosotros.
Así es como va a intentar boicotearnos mucho menos, pues percibirá que son acciones seguras y que la vida no está en peligro.
La otra historia que nos contamos es: «De todas maneras no sé si lo quería tanto».
Los anhelos no tienen categoría, no hay anhelos más importantes que otros, o tontos, o demasiado ambiciosos.
Es igual de importante que quieras una silla nueva para trabajar desde tu casa, que quieras cambiar de vida, de país, de trabajo o todo junto.
Todos tienen la misma importancia y deberían tener la misma relevancia especialmente para ti, que eres quién está anhelando aquello.
Muchas personas te dirán que “eso es una tontería”, “no es realmente necesario”, “¿Estás segura que realmente quieres eso?”
El entorno te va a hacer dudar y si tú dudas de tu anhelo todo eso va a permear en ti y puede ser que pienses que de todas maneras no lo querías tanto.
Lo primero que quiero que tengas en cuenta es que eso lo deseas, y no importa lo que te diga el exterior. La primera que tiene que respetar ese anhelo eres tú.
No tienes porqué justificar al exterior “el por qué” eso es importante para ti y no tienes que dar ningún tipo de explicación. Para ti eso es importante simplemente porque es importante.
No necesitas dar ninguna explicación de la importancia de tu anhelo, si quieres una silla nueva para trabajar, da igual que la quieras por la salud de tu espalda o por el color del tapizado. Es igual de importante y esto quiero que lo tengas trabadísimo cuando quieras algo, porque hoy es una silla, pero mañana es “renuncio a mi trabajo y me voy a otro sitio” o “renuncio para criar a mis hijos”.
Entonces si no respetamos los pequeños anhelos y deseos ¿Cómo vamos a pretender respetar los grandes? Sobre todo, si estos dan un poco más de respeto o de miedo.
Quiero que trates todos tus deseos y tus anhelos por igual y que tengas siempre en consideración que no tienes porqué explicar para qué quieres eso.
Con que tú lo desees es suficiente a ir a por ello.
Este tipo de historia interna que nos contamos, consiste en que, frente a lo que nos dice el entorno (que al final es un reflejo de las dudas que tenemos dentro) desistimos, pues de alguna manera, empiezas a boicotear tu propio deseo,
Al final, cuando no te das lo que estás anhelando o deseando, se genera una frustración y tarde o temprano, vas a tener que aprender a convivir con este estado.
Pero esto no acaba aquí, empieza a ser acumulativo, y al igual que has frustrado el anhelo de la silla de otro color, pudiste haber frustrado cualquier otro y esto genera una pequeña semilla que va a ir floreciendo en algo que no es nada agradable.
Hasta que un día te levantas y tienes 35 o 40 o 50 años, (o 25) y piensas que tu vida toda es un fracaso.
Porque, por encima de la frustración, tal vez haya tristeza, y recubriendo esa tristeza, rabia que, a su vez, reprimas porque no puedes ir así por la vida ¿Verdad?
Llega un momento que, por haber reprimido tus sueños, anhelos u objetivos, realmente no vas a saber por dónde abordar el tema, y vas a hacer 300 cursos para gestionar la rabia, cuando en realidad lo único que tú necesitabas, era comprarte una silla de otro color.
Tu anhelo frustrado, ha ido cubriéndose con diferentes capas de emociones y al final, ya no sabes por dónde empezar a tirar del hilo.
Así que, a partir de ahora, quiero que no seas tú la que minimice tus deseos, ya para eso tienes el entorno, no te preocupes, seguramente vas a encontrar a alguien que te pregunte para qué quieres hacer o tener eso, o que no tiene sentido o que es una tontería.
Así que no lo hagas tú misma, ya lo tienes fuera.
La clave es no minimizarlo.
Una vez que tienes claro lo que quieres, fíjate cómo conseguirlo, y esto no va de poner peros: “esto es imposible”, “es muy complicado” o “es muy arriesgado”, esto va de preguntarte «¿Cómo puedo conseguirlo?»
¿Qué puedo hacer yo para conseguir esto que quiero?
Y te pones a escribir.
Yo soy fanática de la escritura, me ha servido muchísimo en todos los procesos de mi vida porque sacarlo de la cabeza, lo cambia todo.
Cuando escribes, lo que piensas y lo que sientes cobra otro sentido.
Es importante porque tú piensas que sabes o que tienes claras determinadas cosas, y te puedo asegurar que cuando te pones a escribirlo, descubres matices que no habías considerado ni tú misma.
Funciona muy bien con las emociones, si hay una situación que me da rabia y empiezo apuntar el por qué y qué es lo que detona esa rabia, haciendo una escritura libre, me voy a dar cuenta de muchas otras cosas que no tenía ni idea que estaban dentro de mí.
Por eso te invito a que lo apuntes todo, pero en este ejercicio en particular, te invito a que escribas qué es lo que puedes hacer para conseguir eso que tanto quieres y que lo desgloses en esas pequeñas decisiones y acciones.
Recuerda que no hay nada que tú quieras que sea una tontería, así que no minimices tus propios deseos,
Por otro lado, para conseguirlo, hay un ingrediente mágico que hará que consigas todo lo que te propones y es la perseverancia.
Sé que no te estoy diciendo nada nuevo, pero muchas personas piensan que están aplicando la perseverancia en su vida, luego de haber intentado una vez (o dos o tres veces). aquello que querían.
Seguramente te ha pasado: alguien te ha dicho que tenía un plan o un objetivo, y cuando preguntas por eso, esa persona te responde: “lo intenté, pero no lo he conseguido”.
Por ejemplo: quería irse de viaje con su pareja y cuando habla con él o con ella, la respuesta de la otra persona es negativa y ahí terminan los esfuerzos, dando por terminado el sueño.
¿Cuál es tu reacción? Lo más probable es que le digas que lo vuelva a intentar, pero en la cabeza de esa persona ya lo ha hecho, y, evidentemente no se puede.
¿Te parece que intentarlo una vez es perseverar para conseguir tus anhelos? O:
- Hablar las cosas una vez
- Planificarlo una vez
- Haber cometido un solo error
Y dejarlo…
Muchas personas se plantean cuánto es mucho y cuánto es poco.
Para mí la perseverancia es intentarlo hasta que lo consigas.
También hay muchas personas que lo intentan muchas veces, una y otra vez, pero ni lo consiguen, ni cambian la estrategia. Y esto tampoco tiene ningún sentido.
Si es tu caso y vas por un camino que ves que no te está llevando a tu objetivo, cambia de camino y si necesitas volver a cambiar, hazlo.
Puesto que es lo que te va a llevar a conseguirlo.
No se trata de cantidad de intentos o de cantidad de meses o años, se trata de seguir hasta conseguirlo con cierta estrategia.
Y hacer realidad aquello que quieres.
Así que,
- Te invito a que busques un anhelo, puede ser algo pequeño (para no pasar miedo) y
- hacer el ejercicio de cómo lo vas a conseguir y cuáles son las acciones que necesitas hacer para ello.
- Y perseverar hasta que lo consigas
Si estás pensando en alguien que se cuenta estas historias, puedes reenviarle este artículo porque seguro le va a venir bien.
¡Me encantará leer tus comentarios!
Hasta la próxima semana.
¿Qué no sabes lo que quieres? Reserva una sesión de claridad conmigo AQUÍ