Cómo puede ayudarte el aburrimiento a encontrar tu propósito

“Me aburre todo” era mi frase favorita hasta que tomé la decisión de encontrar mi propósito. El aburrimiento es señal de que toca reflexionar y redirigir-te ¿Te pasa lo mismo? Sigue leyendo.

En mi experiencia, el aburrimiento fue una señal que no supe ver en su momento. Yo decía que me aburría la vida, pero en realidad, no era la vida, sino lo que hacía en ella.

 

Me aburría la rutina laboral y también las relaciones monótonas.

 

Lo que hacía para paliar este sentimiento, era buscar formas de no sentirlo, de salirme de ese estado, era más apatía que aburrimiento, porque no me parecía buena idea hacer nada y cuando uno está aburrido, sí que le llama la atención hacer ciertas actividades. Sin embargo, con la apatía hay falta de motivación y de voluntad. Esto es importante distinguirlo.

 

He llegado a pensar que estaba deprimida, pero según miro hacia atrás, definitivamente, no era depresión.

 

Muchas veces he intentado escapar de la apatía de manera inconsciente, por ejemplo, a través de las relaciones de pareja. Ya que estas relaciones se caracterizan por las «mariposas en el estómago» entusiasmo y ganas de hacer cosas. La vida adquiere otro color, otro brillo. Es como si todas las actividades de la vida, se renovaran, incluso las más banales.

 

Pero cuando esa relación de pareja terminaba o terminaba el periodo de mariposas, esa sensación de apatía, volvía. Era como un agujero en mi interior, y yo volvía a estar apática y encima, se sumaba al dolor de haber terminado la relación de pareja o de que estuviera a punto de terminar.

 

Esa desidia vital fue mi compañera durante muchos años y me di cuenta de que, la manera de lidiar con esto, no es huyendo o tapando el sentimiento, sino aceptándolo y viendo que mensaje viene a traer.

 

Yo erradiqué esta incomodidad el día que encontré mi propósito y te invito a hacer lo mismo.

 

En mi caso, mi propósito está relacionado con lo laboral, pero no tiene porqué ser así para todos los casos. Pueden ser objetivos humanitarios, sociales, ecológicos, puede ser cualquier meta que le dé sentido a tu vida.

 

Esta apatía marca un sinsentido vital y este sentimiento se va a mantener hasta que no le des un sentido a tu vida, es importante distinguir si estás poniendo un parche o haciendo un trabajo significativo.

 

¿Y cómo me doy cuenta?

 

Fácilmente, en primer lugar es algo que somos perfectamente capaces de sentir. El entusiasmo y la alegría que da hacer algo alineado con tu propósito se vive de una manera profunda, en cambio si estás poniendo un parche, la pasas muy bien ese día o esas horas o esas vacaciones, pero cuando tienes que volver a tu vida habitual, te vuelves a sentir miserable.

 

Cuando encuentras tu propósito y lo emprendes, lo que tú sientes es una autogeneración de ese entusiasmo y de esa alegría. Cuando vas cumpliendo la misión que llevas dentro, sientes una satisfacción que no tiene límites en el tiempo, no son 6 meses y se acaba y si lo hace, pues era un parche.

 

Aquí la prueba y error son más que bienvenidos, no pasa nada si era un parche, pues han sido 6 meses de una experiencia nueva y eso está perfecto. No lo veas como una pérdida de tiempo, no hay que tomarlo de esa manera, de hecho, tenemos que empezar a aprender a disfrutar del camino.

 

Si nos ponemos un objetivo, como por ejemplo, encontrar nuestro propósito, todo lo que no nos lleve a encontrarlo lo vamos a dar como tiempo y recursos perdidos y nos vamos a sentir mal. Entonces…

 

¿Qué pasaría si tardo en encontrar mi propósito 10 años?

 

¿Voy a pensar que durante 10 años perdí mi tiempo? esto es realmente triste, entonces, tenemos que empezar a disfrutar el camino ¿Lo ves?

 

Si yo creo que mi propósito es escribir libros y estoy 2 años tratando de escribir libros y luego me doy cuenta de que eso no es, lo maravilloso es que he vivido la experiencia de ser escritor y eso no me lo quita nadie y está perfecto.

 

Si vivimos en base a objetivos marcados en el futuro, quiere decir que todo lo que hagamos entre medias y para llegar a esas metas, no tendrá un valor real si no alcanzamos el objetivo. Y si lo logramos, la vida habrá sido una carrera de obstáculos para alcanzar algo, trabajando arduamente para llegar, cuando en realidad, la vida son experiencias, ese minuto a minuto en el presente.

 

Por ejemplo, si quiero empezar a escalar, no puedo pensar que el único día que disfrute de la experiencia será el día que escale la pared «tal», no sé a cuantos metros y en ciertas condiciones y, en cambio, los entrenos en la pared del club o el centro de entrenamiento, son un simple acto para conseguir un objetivo que, hasta que no llegue a la montaña real, no estará realizado. Esto no puede ser así.

 

Casi todos postergamos la satisfacción y la alegría hasta el día en «que consiga esto». Siguiendo con el ejemplo de la escalada, tengo que aprender a disfrutar cuando compro el equipo, aprendo las técnicas necesarias, conozco a mis compañeros de entrenamiento y, si resulta que son todos antipáticos, pues genial, he vivido la experiencia de estar en un grupo de antipáticos. Es parte de la maravillosa historia de mi vida.

 

Yo estoy viviendo la experiencia del emprendimiento y no sé a dónde me va a llevar, pero estoy disfrutando de este camino. Si yo quisiera llegar a mis objetivos, lo más rápido posible y sin prestar atención a lo que pasa mientras tanto, la vida perdería su sentido, su color.

 

Imaginemos que me pongo 5 grandes objetivos en mi vida, ¿Tendré solo 5 instantes de felicidad y realización? y eso, si he llegado a conquistar los 5, da igual que sean 30 objetivos o 240, esto marcará mis momentos de realización y alegría, exclusivamente, si los consigo. La vida es larga y tenemos que disfrutar de la experiencia de aprender algo nuevo, de ser parte del grupo de escaladores o de ser esposa, o de ser hermana o de ser ex-esposa o de ser empleada o autónoma, etcétera.

 

La vida es experiencias y cambio.

 

Los objetivos se han de transformar en desafíos divertidos que tengan como finalidad una experiencia vital.

 

No volquemos nuestras expectativas de felicidad y de bienestar en objetivos lejanos en el tiempo, que, tal vez, deje de desearlos a mitad del proceso, y es entonces cuando voy a sentir que no valió la pena, porque lo dejé a medias. En cambio si yo disfruto de la experiencia, voy gozar del camino, mientras dure y el día que deje de hacer lo que hago, cuando recuerde esos momentos o estos años, voy a recordar la experiencia vivida y lo maravilloso que ha sido. No quiero pensar en que, cuando logré emprender y acompañar a 30 personas fue el día que logré mi objetivo y luego a por otro y luego otro.

 

Disfruta de la experiencia de la vida, que es lo único que tenemos. No sé a qué hemos venido pero tengo muy claro que lo mejor que podemos hacer como seres humanos, es disfrutar de las experiencias que elegimos vivir. Muchas veces no nos damos cuenta de que elegimos vivirlas, pero así es, de manera más o menos consciente, en esta o en otra vida, o en el espacio entre-vidas.

 

Si estás pasando por un mal momento, no vale decir «aquí te quedas, lo has elegido» sino que puedes cambiar la perspectiva y puedes ver que estás viviendo una experiencia que merece ser vivida y que la puedes cambiar según tu lo decidas.

 

Si hoy vives la experiencia de ser una persona que se siente apática, puedes tomar la decisión de vivir una experiencia diferente a través de otras acciones y decisiones. En mi caso, mi gran aburrimiento vital fue solucionado por el encuentro y realización de mi propósito.

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