El miedo al abandono hace que te abandonen. Sí, como lo escuchas. 

 

Lo más habitual cuando hay miedo al abandono es transformarte en alguien que necesita atenciones todo el tiempo o en alguien que se desconecta emocionalmente para no sufrir. 

 

Te dejo un video enlazado aquí que habla de esta desconexión emocional. 

 

Y para que puedas solucionar esta incómoda sensación y puedas disfrutar de relaciones sanas, tenemos que hablar de la teoría del apego de John Bowlby porque el miedo al abandono, suele tener muchísima relación con el tipo de apego que tengas. 

 

En los primeros 18 meses de vida, formarás un tipo de apego según la relación o vínculo que hayas desarrollado con tus padres o cuidadores primarios, 

 

Pero también las relaciones significativas de pareja pueden marcarte en este sentido si ésta terminó porque te dejó (también influye cómo y por qué te dejó)

 

Sigue leyendo abajo o dale al play

 

Los tipos de apego son:

  • Seguro 
  • Evasivo o evitativo
  • Ansioso o ambivalente
  • Desorganizado

Apego seguro

 

Si tienes este estilo de apego, no tienes miedo a la soledad.

 

Tiendes a tener relaciones duraderas y de confianza, también disfrutas de una autoestima alta y buscas el apoyo social.

 

Compartes sentimientos con amigos y con tu pareja. 

 

Si la relación se termina, te sientes triste, pero reconoces que es necesario dejar relaciones no que te suman.

 

A veces pareces frío, pero es lo que se percibe desde afuera por personas con otros tipos de apego. 

Disfrutas de la interdependencia con tus parejas, es decir, te sientes cómodo cuando alguien depende de tí y tu dependes de alguien. 

 

Expresas tus necesidades y deseos con tu pareja.  

 

Apego evasivo o evitativo

 

“Te quiero pero déjame solo”

 

“Me las arreglo solo y no necesito a nadie”

 

Son tus pensamientos más habituales. 

 

Te auto-regulas. 

 

El miedo al abandono se representa claramente en las personas con apego evasivo, ansioso y desorganizado. 

 

De adultos, estas formas de regulación emocional siguen estando presentes y se reflejan principalmente en la pareja. 

 

Si tienes apego evasivo, puede ser que no tengas disponibilidad emocional, te has cerrado tanto por miedo a sufrir, que inconscientemente, puede que prefieras quedarte solo o sola. 

 

Buscarás vínculos como el resto, pero la otra persona deberá insistir bastante para producir un encuentro, y si ya estás en pareja, necesitarás “que no te agobien” con problemas de la relación. 

 

No toleras fácilmente la carga emocional de la otra persona y preferirás relaciones más superficiales. 

 

Experimentas miedo al compromiso. 

 

Como su nombre lo indica, te evades. 

 

Si tu pareja te necesita o te busca, tú te alejas, pero lo haces por miedo, no por falta de amor. 

 

No eres una pareja con la que se pueda contar porque no estás ahí para el otro, puesto que como decía antes, te agobia. 

 

No puedes con esas cargas emocionales. Has aprendido que la autorregulación es la manera de gestionar tus emociones y piensas que no necesitas de nadie y nadie debería necesitar de ti. 

 

No te es fácil confiar en otras personas y depender emocionalmente de ellas. 

 

Sueles relacionarte con personas con estilo de apego ansioso. 

 

Apego ansioso o ambivalente 

 

Te quiero cerca pero te empujo lejos de mi, por si te vas.  

 

Buscas la regulación externamente.

 

Tiendes a ser controlador y a exigir muestras de amor y cariño. 

 

Estarás constantemente probando a tu pareja, empujándola al límite para comprobar si realmente se quedará contigo. 

 

Debes asegurarte de que no te abandonará, la necesitas. 

 

Serás demandante con las atenciones que te dé tu pareja y nunca te parecerá suficiente. Te da ansiedad no saber qué está haciendo esa persona mientras no está contigo. 

 

Estarás constantemente diciendo “te quiero” “te necesito” “qué haría yo sin ti”.

 

El apego ansioso puede convertirte en una persona agresiva con el otro, puesto que si muestras tu peor versión y tu pareja se queda, solo así te sentirás querido.

 

Seguramente, tiendes al drama. A dramatizar situaciones y estados de ánimo y siempre te colocas como la víctima.

 

Eres incapaz de ver tu parte en estos dramas. 

 

Puede ser que caigas en una relación de dependencia emocional y tiendes a ser agresiva y demandante para que tu pareja está siempre contigo. 

 

Sientes que nunca te dan todo lo que tu das, que nunca es suficiente. 

 

Apego desorganizado 

 

Si tienes este estilo de apego, se mostrará como una fusión del apego ansioso y el evasivo y tendrás características de ambos. 

 

Ten en cuenta que tu tipo de apego no es rígido y puede cambiar según el tipo de apego de tu pareja.  

 

Con esta información ya te puedes dar cuenta de tu estilo de apego y comenzar a comprender tus acciones con respecto a tu pareja o incluso, con amigos. 

 

Te comparto una frase de Susan Anderson, psicóloga experta en abandono:

 

“El abandono a ti mismo es lo que sucede cuando te amas solo lo suficiente para darte gratificaciones inmediatas, pero no lo suficiente como para posponer esas gratificaciones y darte a ti mismo lo que realmente quieres”

 

Pero yo cambiaría la última palabra por “necesitas” simplemente porque relaciones lo que queremos con caprichos o cosas superfluas, cuando en realidad lo que realmente queremos es estar bien.

 

Así que cuando asocies una día entero viendo Netflix, beber alcohol, o comer alimentos que no te van bien con mimos o premios, ten en cuenta que podrías estar cayendo en la trampa del auto-abandono. 

 

Porque estás entreteniéndote, distrayéndote del verdadero conflicto interior, de esa necesidad.

 

Has de entender y decidir cubrir tus propias necesidades y no esperar que lo haga otra persona por ti.

 

Quiero hablar también del miedo a quedarte solo o sola porque tiene mucha relación con el miedo a que te abandonen. 

 

Lo primero,

 

No te creas el cuento de que DEBEMOS estar en pareja, o que te completa otra persona.

 

¿Qué piensas de las personas que no tienen pareja?

 

Si piensas que estar sin pareja quiere decir que hay algo malo con la persona o que no la puede conseguir aunque lo intente es muy probable que ese juicio de valor, te lo estés aplicando a ti mismo. 

 

Eso que dicen que hay otra mitad tuya por ahí y que necesitas ser completado o completada, es un mito.

 

Si tu crees esto y no estás en pareja, pensarás que necesitas de alguien y que además, por no tenerlo, estás incompleto.

 

Biológicamente hablando, es normal buscar más personas para compartir la vida, porque el ser humano no sobrevive en soledad, somos una especie que se apoya socialmente.

 

Así que es normal adaptarnos a un grupo, ya sea la familia, amigos, compañeros de trabajo o pareja y vivimos el rechazo como una amenaza a la propia sobrevivencia. 

 

Así estamos diseñados.

 

Otra clave para superar el miedo a estar solo es aprender a estar con nosotros mismos. 

 

Conozco personas que no pueden quedarse solos en casa, aunque vivan en unas casas maravillosas, puesto que para sentirse bien, siempre han de interactuar con alguien. 

 

Encararse es incómodo, la terapia es incómoda, cuando permitimos que alguien nos ayude, incomoda. 

 

Y es que siempre estamos mirando hacia afuera, estamos entretenidos y con el foco puesto en cualquier cosa menos en nuestro interior.

 

A esto le sumamos la presión social de tener pareja, y todo lo que aprendimos y escuchamos con respecto a no tener pareja cuando, estábamos creciendo. 

 

Piensa que estar soltero no tiene porque ser doloroso, no es un duelo constante, sino que es un estado. 

 

Después del duelo viene la soltería y son dos estados diferentes.

 

Seguro que alguna vez te han dicho “no te preocupes, la persona ideal está ahí afuera” o “ya llegará la mujer o el hombre para tí” 

 

Y lo cierto es que puede llegar como no, pero no tenemos que basar nuestra felicidad futura en una persona que vayamos a conocer.

 

Las relaciones se construyen con actitudes, cariño, voluntad, respeto, pactos, etc, etc, no es que viene la persona ideal y listo. 

 

Hay una adaptación de dos universos que convergen en un mismo espacio-tiempo y eso es bastante trabajo personal y en equipo. 

 

Cuando te quedas con alguien por miedo al abandono o a estar solo, corres el riesgo de perderte a ti mismo como persona. 

 

Te sobre-adaptas a todo. 

 

Seguro que conoces a alguien (o tal vez eres tú mismo) que cuando están en pareja adoptan el hobby de la otra persona, sus gustos, sus preferencias, incluso cambian sus valores. 

 

También conozco personas que cuando su relación acaba, se quedan sin saber lo que quieren, no saben cómo darse lo que necesitan porque no se conocen.

 

Por otra parte, recuerda que el cerebro busca en el pasado la forma de predecir el futuro. 

 

Estamos cableados para ser negativos porque el cerebro quiere prepararnos para lo peor. 

 

Así que, si alguna vez te han abandonado o así lo has percibido tú, ya sea en tu niñez o en otras relaciones, ten en cuenta que esto sienta un precedente para tu cerebro y cuando pase algo similar a lo que pasó aquella vez, tu cerebro verá esa amenaza y te enviará señales (pensamientos) para que estés atento. 

 

En esa proyección hay un futuro peor que tu presente. 

 

Recuerda no creerte tus pensamientos, ellos son lo que perpetúan este miedo al abandono. 

 

Quiero enseñarte 3 ejercicios que puedes hacer para superar el miedo al abandono:

 

Ejercicio 1

 

Haz esto cuando sientas que algo ha despertado los síntomas de tu estilo de apego y estás siendo agresivo o con sensación de víctima de las circunstancias, también lo puedes usar cuando sientas desesperación.

 

  • Cuenta hasta 10 (lentamente) para que cambie la emoción. 

Las emociones son impulsos bioquímicos que duran muy poco, si te tomas algo de tiempo, verás como baja la emoción y podrás pensar y actuar con claridad. 

 

  • Respirar conscientemente en 4 tiempos. 

 

La respiración es la clave de la tranquilidad. Cuando respiras lentamente le estás diciendo al cuerpo y a tu subconsciente que estás seguro, que estás bien.

 

Trata de recordar siempre que a mayor emoción, menos claridad mental tendrás para actuar de una manera asertiva. 

 

Ejercicio 2

 

  • Diálogo con el niño interior. 

 

Visualiza a tu niño interior a 5 metros de ti y a tu izquierda o lado menos hábil. 

 

Tómate tu tiempo para conectar con él, cuando lo sientas o “veas” que te mira o te invita de alguna manera a interactuar, le puedes preguntar:

 

¿Cómo te sientes?

¿Cómo estás?

¿Qué necesitas?

¿Confías en mí?

¿Qué sientes cuando te rechazan o te abandonan?

 

Tu niño interior te mostrará imágenes tal vez, palabras sueltas. 

 

También puedes escribir el diálogo a dos colores. Hacer las respuestas de tu niño con la mano no dominante. 

 

Ahora ponte en el lado del adulto:

 

¿Cuáles son tus áreas de genialidad?

¿En donde eres más competente?

¿Qué puedes aportar a ese niño?

 

Dile a tu niño: Estoy contigo. Estás seguro. 

 

Repítelo a diario si puedes hasta que sientas que ese niño está bien, que confía en ti. 

 

Ve resolviendo sus dudas y sus inquietudes. 

 

Si no puedes hacerlo a diario, hazlo cuando te sientas mal, solo o en una situación en la que sientas que no puedes hacer nada, que estás desvalido.  

 

Ejercicio 3

 

  • Ejercicio físico. 

 

Aunque te parezca extraño, el ejercicio físico hace maravillas en nuestro inconsciente ya que el cuerpo no miente y en él se reflejan traumas, heridas emocionales, apegos, etc.  

 

Trabajando y fortaleciendo el cuerpo, cambiamos estructuras emocionales, creencias limitantes, bloqueos entre otras muchas cosas. 

 

Recuerda hacer ejercicio para mejorar la postura porque te va a empoderar como también es muy importante el ejercicio de tonificación muscular, especialmente si tienes un estilo de apego ansioso y tiendes a la dependencia emocional.

 

Presta atención al tipo de ejercicio que más te cuesta hacer, es probable que sea el que a ti te viene bien. 

 

Y para cerrar, recuerda darte lo que necesitas. Estés o no en pareja, eres tú la persona más importante de tu vida. 

 

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