El cuerpo es la brújula que usa el alma para indicarnos por donde ir y cómo dirigirnos a nuestros objetivos. Nos muestra si estamos alineados o no con nuestros valores y por lo tanto, con nuestro propósito vital.

El cuerpo es el instrumento más poderoso que tenemos para volver a la calma y estar en calma es crucial para tomar decisiones certeras, para saber lo que queremos y para alinearnos con ello.

 

Muchas veces, utilizamos el poder de nuestra mente, en forma de meditación, por ejemplo, que es una de las más conocidas, para relajarnos, sin embargo, si el cuerpo no se relaja, esa meditación será simplemente, otra actividad mental más.

 

Es necesario calmar el cuerpo para tener una meditación exitosa o para trabajar con visualizaciones  o cualquier otra actividad mental que hagamos para alcanzar el bienestar. Por ejemplo, no podré ponerme a meditar con dolor porque es muy probable que me enfoque en ese dolor, sin poder cumplir el objetivo para lo cual, estaba meditando.

 

El cuerpo es el que da la pauta, mis sensaciones físicas son las que «mandan». Conozco mucha gente (yo misma lo hacía antes), que deja el cuerpo apartado, en segundo plano y da una importancia exagerada, a la mente. Estamos las 16 horas de vigilia en la mente, habitando un cuerpo al que a veces, no prestamos atención y que ni nos interesa habitar. Si nos duele algo, nos tomamos la pastilla y de esa manera, lo anulamos.

 

Cuando no incluimos al cuerpo en los trabajos de meditación y relajación, estas actividades no nos van a aportar lo beneficios que deberían, ya que el cuerpo es una pieza fundamental en nuestro bienestar.

 

Por eso, la clave del éxito de una persona que experimenta este estado de calma, es una nutrición, descanso, ejercicio físico y una respiración adecuados. Estos son los 4 pilares del bienestar de un ser humano. Por eso muchas personas practicamos yoga, porque es un tipo de ejercicio que nos adentra en un estado meditativo a través del cuerpo. Es una meditación en movimiento, de hecho, he comprobado que cuando no estoy presente en la práctica de yoga, pierdo el equilibrio o no logro las posturas correctas o con la fluidez deseada.

 

Cuando hablamos del alma, ¿Dónde crees que se aloja? El cuerpo está vivo gracias al soplo vital, al alma, con lo cual, si bien todos nuestros cuerpos han de estar bien nutridos y cuidados, el físico es igual de importante para que el alma se encuentre a gusto.

 

El cuerpo nos da señales continuamente para que podamos volver nuestro camino y para que vivamos alineados con nuestros valores y nuestro propósito vital. Una digestión pesada, es una pauta que nos dá el cuerpo de que hay algo que no hemos hecho bien, una enfermedad, un síntoma en forma de dolor, etc.

 

Lo más banal que se nos pueda ocurrir, como ir o no ir al baño con regularidad, es una señal importantísima que nos da el alma a través del cuerpo y es nuestra responsabilidad decodificarla, además de ser una gran oportunidad para crecer.

 

Tal vez ésta, es una visión demasiado esotérica para algunos, pero yo estoy convencida de ello. El alma deja sus señales en donde nosotros podemos verlas o sentirlas para hacer algo con ellas. Así el cuerpo se transforma en nuestra brújula, en nuestro instrumento de la consciencia. El alma se refleja en el cuerpo.

 

Hagamos una pequeña reflexión: si yo me alimento mal, duermo poco y no hago ejercicio, seguramente mi humor no sea óptimo, seguramente, me estrese con más facilidad, entonces el alma ha de enviar el mensaje para hacer la corrección y ¿Dónde mejor que en el cuerpo, en donde prestamos atención?

 

Cuando algo no va bien en el cuerpo, es un mensaje claro de que hay algo que tenemos que modificar y tal vez no sea tan fácil como que, si tengo alergia al gluten, dejo de comerlo y listos, sino que va más allá. Debemos decodificar ese mensaje de una forma holística. Los síntomas, dolores o enfermedades son solo la punta del iceberg e invitan a revisar cada aspecto de nuestra vida.

 

En este ejemplo, si dejáramos de comer gluten, pero todo lo demás sigue igual, como el nivel de estrés, el descanso insuficiente y la falta de ejercicio, tarde o temprano, alguna otra señal en forma de síntoma tomará su lugar, porque los cambios han de abarcar todos los aspectos, el emocional, mental, físico y espiritual, para poder alcanzar el equilibrio. Esto se debe a la interrelación que hay entre nuestros sistemas y cuerpos, no se trata de aislar solo uno y poner un remedio de manera mecánica.

 

Hemos olvidado cómo decodificar o entender los mensajes del alma, hemos perdido esta conexión, con lo cual, la invitación es a revisar todos los aspectos de la vida.

 

La propuesta

 

Escribe en tu libreta todos los ámbitos de tu vida, empieza por los más relevantes e intenta apuntarlos todos:

 

Trabajo

Salud

Relaciones (con padres, pareja, hijos, amigos, laborales)

Hobbies

Creatividad

Ocio

Descanso

Nutrición

Ejercicio físico

Etc.

 

Ponles una puntuación del 1 al 5, siendo 1 la peor y 5 la mejor, revisa cada aspecto, tómate tu tiempo de reflexión y sé honesto contigo mismo.

 

Los que tengan la puntuación más baja, hemos de revisarlos y la pregunta clave es:

 

¿En qué puedo contribuir a este aspecto para que mejore en este momento?

 

La invitación para encontrar esta respuesta es la auto-reflexión y no vale mirar lo que está mal afuera de nuestro campo de acción.

 

Por ejemplo, si eliges mejorar el ámbito laboral, no vale decir: ojalá se vaya tal persona, sin ella todo iría mejor. Esto es muy poco constructivo, sino que tienes que pensar en una acción o actitud personal que mejore esa situación para todos.

 

O si la relación con tus padres tiene una puntuación baja y decides mejorarla, no vale culparles de ser demandantes, por ejemplo. Tienes que crear una mejora, una solución que contribuya al bienestar de todos (todos, te incluye a tí también).

 

Y así, en todos los ámbitos. Empieza por los más relevantes y dentro de este grupo, por los más fáciles de aplicar.

 

¿Por qué no me funciona la meditación?

 

Recuerda, el cuerpo da la pauta, antes de ponerte a meditar toma más tiempo para relajar el cuerpo que para la meditación en sí. Sé que esto puede sonar extraño, ya que nadie lo menciona, pero lo cierto es que si no sabes meditar, estas propuestas que circulan ahora por todos lados de meditaciones para alcanzar determinados objetivos, no servirán de nada si no relajas el cuerpo.

 

Todos hacen hincapié en la meditación y te invitan a respirar tres veces de manera profunda para relajar el cuerpo, dejando de lado la parte más importante para el éxito del ejercicio: que el cuerpo físico esté relajado DE VERDAD. Pues así, nunca va a funcionar, a no ser que ya tengas mucha práctica con la meditación.

 

Una persona que recién comienza, no meditará en 15 minutos, sino que repasará la lista de la compra o la cena de ese día. Los principiantes necesitan mucho más tiempo y si no estás entrenado, no estarás meditando ni consiguiendo nada.

 

Por eso, mi propuesta es que pases más tiempo relajando el cuerpo y así, esa breve meditación que hagas será muy valiosa.

 

Recuerda: el cuerpo contiene al espíritu, si mi cuerpo está en tensión, los pensamientos muy activos, las hormonas del estrés en apogeo, el espíritu no estará a gusto. Hay que relajar nuestro cuerpo, reconocerlo, amarlo y aceptarlo.

 

Puedo reconocer que hay partes que pueden mejorar, pero aún así lo tengo que aceptar y amar como sea. Será la manera más amorosa de hacer cambios ¿O acaso el maltrato genera cambios positivos?

 

Ámate y acéptate de la misma manera que aceptas y amas a tu ser más querido.

 

Conclusión

 

Con estas dos pautas tan importantes:

  • Relajar el cuerpo físico y cuidarlo en sus 4 aspectos
  • Repasar todos los ámbitos de mi vida

El descubrimiento de tu propósito será fácil y fluido, ya que has limpiado el canal de comunicación con tu alma.

 

¡Te deseo una buena práctica!

 

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