Es importante porque nos ayuda a conectar con nuestro entorno, mejorar las relaciones humanas, neutralizar emociones que antes se desbordaban, como la ira. ¿Qué emoción es la que habla? Esta pregunta nos ayuda a juzgar menos y a ser más neutrales y justos con la otra persona.
Todos nos relacionamos con nuestro entorno y nos comunicamos con este entorno.
Ahora bien, ¿Qué pasa cuando alguien es poco cuidadoso para decirnos algo? Esta es la forma “fina” de ponerlo, pero en nuestra cabeza pensamos “vaya borde” y tal vez, según como estamos ese día, nos ponemos a la defensiva y contestamos mal.
El contestar mal, es un mecanismo de defensa ante el agravio, pero hemos de tener en cuenta que defendernos, es una forma de ataque.
Así que la próxima vez que “te defiendas” piensa que tú también estás atacando y que la violencia…ya sabes, genera más violencia.
Además, no sé si a ti te pasa, pero a mí cuando “me defiendo” contestando de malas maneras no me genera ningún bienestar, al contrario, siento contracción interior, a veces el estómago o la barriga se tensan y no me hace nada bien.
Hay una frase maravillosa que dice: ¿Quieres tener razón o ser feliz?
La verdad es que tener razón puede darnos una satisfacción transitoria, pero si la relación se deteriora, ¿De qué sirve?
¡Ya sé lo que estás pensando! “Qué importa que le conteste mal al verdulero?”
¡Error! ¡Es MUY importante!
Da igual a quien le contestes mal, la sensación orgánica y el mensaje que estás enviando al cuerpo y, por tanto, al inconsciente es contractivo y nada beneficioso para ti. Sin contar que personas somos todos, el verdulero, también 🙂
Si empiezas a practicar la compasión, haz de hacerlo con todas las personas con las que interactúas, no puede haber favoritismos, ya que esto, entonces, no será compasión.
Estamos rodeados de maestros y los mejores son los que están más cerca, es cierto, pero todas las personas reflejan algo de nosotros.
Así que, para comenzar a practicar la compasión haz de preguntarte:
¿De dónde viene la mala actitud de esta persona?
Tal vez, viene del miedo, tal vez de la frustración, y si bien no tiene por qué pagarlo contigo, tú eres el observador y, por lo tanto, si tú lo puedes ver, es porque lo puedes transmutar.
Así que cuando alguien provoque en ti una reacción desagradable, haz el ejercicio consciente de comprender que esta persona no está bien, de que está siendo embargada por una emoción negativa y es tal que incluso la desborda y la “comparte” con desconocidos.
Como mencioné antes: tal vez es miedo a algo, tal vez es frustración, tal vez alguien le trató muy mal esta mañana y está dolido, ¡quién sabe! Pero no importa tanto el “que” sino que hagas el ejercicio de reflexión.
Practica una y otra vez y comenzarás a observar naturalmente y sin esfuerzo, tus emociones también y a darles un espacio que, no es solo una reacción, sino una mirada profunda y compasiva contigo misma.
Esto a su vez, te generará un estado de paz interior y de bienestar.
Lo resumo:
1- Recibes el agravio.
2- Cuenta hasta 5 y piensa: “a esta persona le está pasando algo para reaccionar así”.
3- No importa lo que sea, no va contigo así que comprendes la situación y la dejas ir.
4- Te sientes genial 🙂
Esta es una manera de muchas de trabajar la compasión, pero es muy efectiva y además te hace salir del egocentrismo de que todo gira en torno a ti, es decir, la mayoría de los agravios que recibimos no van con nosotros, pero lo vivimos como si así fuera.
En realidad, lo que estamos recibiendo es un grito de dolor de otro ser humano, aunque cueste, al principio, comprenderlo.
Aprovecha cada oportunidad para crecer como persona y sentirte cada vez, mejor.