El poder de decir ‘no’: cómo establecer límites te ayuda a tomar el control de tu vida.

 

Gracias a los límites podrás conservar tu salud mental y tu libertad. 

 

¿Lo sabías?

 

Pero no sabemos poner límites porque no nos han enseñado. En la mayoría de los casos, nos sentimos mal, culpables, o que estamos faltando el respeto.

 

Dale al play o sigue leyendo abajo.

 

Poner límites tiene otros beneficios y te los quiero comentar para que te motives y comiences ya a ponerlos:

 

  • Te devuelven la libertad
  • Te respetas más
  • Te dan autonomía
  • Te comunicas mejor con los otros
  • Aumenta la autoestima
  • Te hace tomar acción
  • Aumenta el auto-conocimiento
  • Te permite mostrarte como realmente eres
  • Son un acto de amor propio
  • Fortalecen  quién eres y qué quieres
  • También te vas a poder desapegar de la reacción del otro. 

 

Tal vez pienses que poner límites tiene que ver con decir las cosas de mala manera o de una forma combativa. 

 

O que tienes que estar dando demasiadas explicaciones.

 

O que tienes que hacer ver que tienes una necesidad para que sea el otro el que te haga el favor de auto-limitarse

 

Pero esto no es así.

 

Para poder poner límites sanos, tienes que conocerte y practicar. 

 

El límite hay que ponerlo cuando toca, ni antes ni después

 

Tendrás que ser valiente y animarte, pero vale la pena. 

 

Importante!

 

No digas que no y luego traspases tu propio límite porque te arrepientes y tienes miedo a decir que no. por las consecuencias que esto puede acarrear para ti. 

 

Cuántas veces te ha pasado que en tu cabeza o verbalmente dices “hasta aquí” y trazas tu línea imaginaria. 

 

Y cuando alguien la traspasa, lo permites y lo justificas. 

 

“Igual no es para tanto”

 

“Solo esta vez y no lo volveré a hacer”

 

“No me cuesta nada”

 

Pero si que te cuesta, porque estás faltándote a ti mismx.

 

Para poner límites, vas a tener que estar un poco incómodo porque necesitas energía para poder hacerlo y ser firme. 

 

Hay personas que son muy abnegadas con su familia, creen que es la manera de ser buena madre, o buena hija o pareja y no ponen ningún límite dentro de la familia. 

 

Y no solo tienes que ponerlos, también vas a tener que defenderlos, pero no te preocupes, será más fácil con el tiempo si practicas. 

 

Incluso te será difícil no ponerlos una vez que hayas empezado. 

 

Requiere de fortaleza y, como te decía antes, de práctica, pero lo puedes conseguir porque absolutamente todas las habilidades se pueden adquirir con la constancia. 

 

Es como hacer ejercicio físico. 

 

Puedes poner límites sin perder la empatía y la asertividad. Poner límites es un acto de amor propio y le harás un bien a la otra persona, a través de tu límite le enseñarás sus límites.

 

No es un acto egoísta. Es una forma de respeto a ti misma y además los límites conforman nuestra identidad y definen tu forma de ser frente a los demás.  

 

El que actúa con egoísmo persigue un objetivo y no le importa el otro. En tu caso, sí que te importan los otros y te importan tanto que no quieres poner límites. 

 

Una técnica que suele usarse es la técnica del sándwich:

 

Consiste en resaltar lo positivo de la propuesta, luego decir que no para terminar diciendo que tal vez en otra ocasión. 

 

“Me encantaría ir a tomar algo contigo pero estoy yendo a dormir bien temprano para levantarme a las 5 am. Tal vez podamos vernos en otra hora que nos venga bien a los dos”

 

Acepta que te sentirás culpable al poner el límite y no dejes de ponerlos a causa de la culpa. 

 

Simplemente, admite que estará ahí y acéptala. 

 

Si para ti la libertad es uno de tus valores fundamentales, poner límites está íntimamente ligado a ella ya que ponerlos, es un acto de independencia.

 

Pero la libertad nos suele dar miedo. 

 

En la libertad se encuentra la incertidumbre, lo desconocido, el posible rechazo social, etc. 

 

Además, todos tenemos miedo a que nos rechacen o nos abandonen al poner límites. Pero lo que verdaderamente sucede cuando los pones es que la otra persona te respeta más.

 

Recuerda que las demás personas son un espejo de tu interior, y te van a devolver lo que estás sintiendo. Si te sientes inseguro, te vas a poner a prueba a través de ellos. 

 

Te retarán, pero recuerda, eres tú quien se reta a través de ellos con tus propias dudas e inseguridades. 

 

Poner límites, trae consecuencias y tienes que estar dispuesto a asumirlas ya que algunas serán positivas, otras no tanto, pero si no los pones, te vas a sentir mal. 

 

Puestos a sentirnos mal, más vale poner límites.  

 

Nos da terror dejar de ser amados, pero lo cierto es que hacemos una relación errónea de dos eventos: el amor que tienen por nosotros y el límite. 

 

Lo que quiero decir es que poner límites no está relacionado con el amor que nos puedan tener. Simplemente, habrá un ajuste en la relación.

 

¿Qué pasaría si nunca pusieras límites? Te perderías, llegaría un momento que no sabrías más quién eres. 

 

Y esto nos pasa un poco a todos en algún momento de la vida, en donde no ponemos límites a la pareja o a los hijos, incluso a nuestros padres. 

 

Si esto también te ha pasado a ti, recuerda: ¿Cómo te sentiste?

 

Lo importante para empezar a poner límites:

 

1- La práctica del auto-conocimiento para saber dónde ponerlos. 

 

¿Cuáles son tus límites innegociables?

 

Fíjate en dónde quieres poner otros además de los innegociables.

 

Y una vez los tengas claros, planifica y visualízate diciendo que no. 

 

El “no” genera respeto, responsabilidad, fuerza e independencia. 

 

Di “no” en pequeñas situaciones para decir “no” en situaciones más comprometidas o importantes para ti. 

 

El miedo al conflicto o la confrontación esconde un miedo más biológico y ancestral que es el miedo al rechazo, a dejar de ser amados. 

 

Porque el rechazo del grupo social significa la muerte para el cerebro primitivo. 

 

2- Cuando necesites tiempo o espacio para ti, ten en cuenta: 

 

No decir que “no” o que “sí” y listo. 

 

En cambio puedes decir:


Puedo hacerlo, pero en media hora, ahora estoy haciendo….

 

Puedo hacerlo mañana, no hay problema. 

 

Recuerda que vas a encontrar resistencias. Si la persona te dice que es urgente, tienes dos opciones:

 

-Evalúa esta urgencia y puedes elegir hacer eso que te piden, pero serás muy claro en decir que no te vuelvan a pedir las cosas con tan poca antelación. 

 

-Evalúa la urgencia y si decides no hacerlo, estarás promoviendo una mejor organización a esa persona, que se deberá planificar mejor la próxima vez.

 

3- Cuando haya insistencia o incluso algún tipo de agresividad, recuerda, tienes que mantenerte firme.

 

Nadie dijo que sería fácil, especialmente con nuestra familia. 

 

Así que puedes decir algo así como:

 

“Entiendo que lo necesitas ya, pero no me es posible ahora porque como te dije…..”

 

4- Sé honesto y di que sí cuando sí quieres y que no, cuando no quieras. 

 

Parece simple pero si no sabes poner límites, seguramente has dicho que sí en muchas ocasiones cuando realmente, querías decir que no.

 

De esta manera la otra persona también tendrá derecho a decir que no cuando quiera decir no y estará perfecto. 

 

La relación con esa persona será más sana y fuerte. 

 

5- Sé flexible. 

 

Una vez has puesto tu límite, permítete ser flexible y si a la hora de priorizar tienes que moverlo, hazlo sin resentimientos hacia ti mismo. 

 

Ya sé que parece contradictorio con lo que dije antes de los límites innegociables, pero la condición aquí es que sea excepcional. 

 

Por ejemplo, no puedes ver a tus amigas por la mañana porque trabajas, pero una de ellas se irá de viaje por una larga temporada y solo puede verte en ese momento. 

 

En este caso, puedes permitirte mover tu límite, porque tu prioridad es tu amiga para esta ocasión.

 

6- No dejes de poner un límite para evitar conflictos. 

 

Como mencioné antes, tenemos miedo al rechazo social y a los conflictos porque representan un riesgo vital, como si nos fuéramos a morir. 

 

Así es como lo percibe nuestro cerebro más ancestral y nos quiere proteger de eso ¡De la muerte!

 

Así que cada vez que quieras mover tu límite por miedo al conflicto, recuerda que es solo un miedo ancestral y que no te pasará nada. 

 

7- Estate atento a la manipulación de otras personas. 

 

Hay personas que saben manipular a otras para conseguir lo que quieren y tal vez no lo hagan con mala intención, pero de repente te encuentras haciendo aquello que no quieres hacer. 

 

Sé consciente que esto puede suceder y entrénate para decir que no a esas personas que con mucha sutileza logran que hagas lo que ellas quieren.

 

Ten en cuenta que no es culpa del otro, tampoco tuya, pero es tu responsabilidad no dejarte manipular aunque los otros lo intenten.

 

De hecho, te encontrarás a muchas personas así. 

 

8- Di “no quiero” más seguido. 

 

Especialmente a las personas que quieres. Como te dije al principio, es una forma de amor propio que afectará positivamente al otro. Verá que te respetas y es probable que te valore y que además, tome ejemplo y haga lo mismo que tú.  

 

No te sientas egoísta o egocéntrico, si te comunicas de forma asertiva, ya no es tu responsabilidad la gestión de ese “no” por parte de la otra persona. 

 

9- Mantén tu intimidad. 

 

Que accedan solo las personas que tú quieres y cuando tú lo quieras. 

 

Es importante mantener tu parcela privada, no tienes por qué compartir absolutamente todo y esto aplica especialmente en el ámbito de tu familia. 

 

Ahora te toca practicar.

 

No te apures, esto es un proceso. 

 

  1. Lo que puedes hacer es apuntar cuando algo sobrepasa tus límites, para ir teniéndolo en cuenta.
  2. Lo puedes hacer en retroactivo si no eres tan rápida o rápido para marcarlo. 
  3. Acepta, como te dije antes, que habrá culpa. Simplemente, acéptala. 
  4. Di que no más seguido en pequeñas cosas, aunque no te parezca relevante y aunque solo sea para dar lugar a tus preferencias en vez de a las del otro. 

 

Poner límites, no es egoísta, puesto que hacerlo es un acto de amor y respeto hacia ti mismo y esta forma de vivir es lícita e incluso, esperable.

 

Cuando no pones límites, te pierdes a ti mismo, pierdes parte de tu identidad para complacer a los demás o para evitar el conflicto. 

 

Y si lo piensas bien, tampoco es justo para la otra persona, ya que a todos nos gusta relacionarnos con alguien firme, amoroso y que se ama a sí mismo.  

 

Espero que te haya gustado y que te sea de utilidad.

 

¿Tienes un comentario para hacer? Ponlo abajo que me encantará leerlo y comparte este artículo con quien creas que le puede venir bien.

¡Hasta la próxima!

¿Quieres trabajar conmigo? Reserva tu sesión gratuita para valorar si puedo ayudarte con mis servicios.

La vida que quieres comienza aquí

Sueña, imagina, ¡No hay límites!

Descárgate mi guía gratuita y Diseña tu vida ideal

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *