Tu sistema de creencias te trajo a dónde estás aquí y ahora

 

La pregunta es: ¿Estás donde quieres estar?

 

La respuesta no requiere demasiada reflexión, enseguida se forma en nuestra cabeza un “no” un “sí” o un “más o menos”, o “en algunas áreas sí y en otras no”.

 

Lo más complejo de contestar es por qué tu sistema de creencias te trajo a un sitio en donde tú no quieres estar.

 

Y no solamente es “el por qué” sino qué creencias te han traído hasta aquí.

 

Hoy no me voy a detener en las creencias limitantes o en las que te impulsan, sino que voy a hablar del sistema de creencias en general.

 

¿Sabes que puedes elegir tu propio sistema de creencias?

Transcripción

 

Además, como ya sabes o intuyes: aquello en lo que crees, es aquello que creas.

 

La creación de tu realidad depende muchísimo, yo diría que en un 60 %, de las creencias que tengas acerca de aquello en lo que estás poniendo el foco.

 

Te encuentras en un sitio concreto a día de hoy y, como dijimos anteriormente, tal vez este sitio no sea el que tú quieres. De hecho, tal vez sientas o pienses que de alguna manera tu vida se ha ido desplegando ante ti sin que tú pudieras hacer demasiado respecto.

 

Como si te hubieras dejado llevar frente a una ola de acontecimientos.

 

Y de repente un día te despiertas y te das cuenta que no estás cómodo.

 

Esto se puede cambiar.

 

Y una de las formas de abordar esto es cambiando el sistema de creencias.

 

La otra vez hablaba con una amiga sobre la muerte.

 

Ella me decía que le tiene mucho miedo yo le decía que como también le tengo miedo, lo que estoy haciendo hace años es prepararme para ese momento.

 

De manera que cuando llegue, yo esté entrenada y sepa que hacer, dar esos primeros pasos dentro de ese gran misterio que es la muerte.

 

Ella me decía: “para mí es imposible pensar que uno puede entrenarse o seguir determinados pasos, incluso de prepararse”.

 

Lo gracioso es que ella siempre me dice: “hasta que no venga alguien del otro lado y me lo cuente, yo no voy a creer que es posible ni una preparación, ni una vida después de la muerte, ni nada por el estilo”.

 

Le respondí: “aunque viniera esa persona del otro lado y te cuente exactamente cómo es, o que hay que hacer, y te diga que estés tranquila, que está todo bien, no le vas a creer”.

 

En ese momento caí que el sistema de creencias es algo que se puede elegir.

 

Me di cuenta que lo que yo elijo creer, me trae consuelo, tranquilidad y que, de alguna manera, hace que pueda abordar ese tema en vez de darle la espalda.

 

Tal vez este ejemplo sea muy extremo, pero en realidad da igual de qué situación estemos hablando, puede ser:

 

  • Me mudo de país.
  • Cambio de trabajo.
  • Me divorcio.
  • Me preparo para morir.

 

El tema es que el sistema de creencias nos condiciona a una realidad o a otra.

 

Y se puede elegir gracias a que te lo propongas.

 

Y a raíz de esta conversación, me di cuenta que tiene que existir una voluntad de cambiarlo.

 

No puede ser algo estático que me ha sido dado y que no puedo cambiar.

 

Me di cuenta que, en el caso de mi amiga, no hay una apertura como para querer dejar entrar otras creencias.

 

En mi caso, yo pasé del punto A al. B y ahora tengo todo un sistema de creencias diferente.

 

Me he informado, he investigado, he realizado muchas prácticas (y sigo haciéndolas), entonces mis creencias están cambiando.

 

¿Y qué nos diferencia a mi amiga y a mí?

 

Que yo tengo esa voluntad y ella, de momento, no la tiene o no está preparada todavía para cambiarlo. Tal vez el miedo es mayor, o incluso cada persona tiene su propia manera de abordar el tema.

 

Pero lo que quiero resaltar, es que lo maravilloso de esto, es que si tú te lo propones puedes cambiar tu sistema de creencias con respecto a lo que tú quieras.

 

Lo que yo veo una y otra vez cuando trabajo o interactúo con personas (y en mí misma), es el gran desmerecimiento que sentimos.

 

La mayoría de nosotros hemos sido criados en una cultura y en un sistema en el que el merecimiento es un premio al esfuerzo.

 

Si tú te mereces algo es porque te has esforzado para ganártelo.

 

Y tiene que haber esfuerzo, sudor y lágrimas, sino no vale, es como si no te lo merecieras tanto.

 

Muchas veces a mí me han dicho que tenía una fuerza de voluntad increíble, especialmente, para sacar mi negocio adelante en los primeros tiempos y mi respuesta muchas veces ha sido, no es fuerza de voluntad es necesidad.

 

Y la necesidad es un motor muy importante bla, bla, bla, seguida de una disertación que justificaba ese elogio que me habían hecho.

 

Yo tengo fuerza de voluntad y punto.

 

¿Cuántas veces te han elogiado físicamente y la respuesta es “no es para tanto”, “eres tú que me miras con buenos ojos” o “quiere decir esto que ayer estaba fea”?

 

Cuántas veces nos admiran por alguna cualidad y simplemente evitamos el elogio.

 

Tenemos esa conciencia errónea de ser humildes, de no brillar demasiado, como si al brillar tú, le quitaras la luz a otro.

 

Y eso no es así. En una sociedad, el que brilla ayuda a iluminar a otros.

 

Esta cultura del desmerecimiento hay que ir cambiándola puesto que está muy arraigada en nuestro inconsciente. Hay que empezar aceptar todos esos elogios.

 

Incluso decirnos a nosotros mismos todo eso bueno que hacemos y como lo hacemos de bien.

 

Esto es muy importante para formar esta nueva creencia, la de: «me lo merezco».

 

¿Y cómo se relaciona el merecimiento con elegir tu sistema de creencias?

 

El desmerecimiento es la base de nuestros sistemas de creencias.

 

Y nosotros merecemos la felicidad, la alegría, la abundancia, simplemente por haber nacido.

 

Cuando ese merecimiento por derecho de conciencia no se lo reconoce, empezamos a construir desde ahí, un sistema de creencias que va en contra de nosotros mismos.

 

Es como si no mereciéramos lo suficiente como para poder brillar, para creer que podemos triunfar y tener éxito en los objetivos que tengamos en la vida.

 

Estamos siempre mendigando la aprobación, ya sea de los clientes, del amigo, de papá, de mamá, del hermano, la hermana, el hijo o la hija.

 

Estamos todo el tiempo pendientes de que alguien externo a nosotros, nos valide.

 

Que nos digan que eso está muy bien y que nos merecemos el premio.

 

O “eso lo has hecho mal y tienes que trabajar más duro”.

 

Es importante que revises tu sistema de creencias, el que tú quieras. Yo utilicé de ejemplo el sistema de creencias que tengo con respecto a la muerte, porque es el que surgió hace unos días atrás, pero también puede ser:

 

  • Merezco estar en un sitio mejor en mi vida.
  • Merezco buscar la alegría en otro lugar.
  • Merezco un descanso y no por haber trabajado duro, sino porque lo quiero.

 

Es trabajar el merecimiento para que las creencias acompañen a esa sensación de merecer porque si, simplemente porque has nacido.

 

Cuántas veces has dicho o te han dicho «hoy empiezan mis merecidas vacaciones».

 

O si estás muy cansada y te tomas el fin de semana libre alguien te dice «te lo mereces has trabajado mucho».

 

Revisa tu sistema de creencias y haz esta relación con el merecimiento.

 

Pueden ser las creencias que tengas con respecto al trabajo o a las relaciones, por ejemplo:

 

“Si no digo que sí a todos los planes que me proponen mis amigas, no voy a merecer su amistad y por lo tanto van a dejar de quererme, validarme o llamarme…”

 

“A todo lo que me pida mi hija o mi hijo tengo que decir que sí y ser comprensiva, bondadosa y además estar ahí siempre, sino no me validan (o no me válido) como madre”.

 

Esos sistemas de creencias basados en el desmerecimiento están ahí, y son muy sutiles.

 

Y lo que quiero que te des cuenta hoy, es que mereces todo lo bueno que hay disponible para ti.

 

  • Te mereces un descanso, aunque no hayas hecho demasiado.
  • Te mereces unas vacaciones, aunque ese año haya sido flojo.
  • Mereces el amor de tu hijo, aunque no estés siempre disponible para él o ella, o para tus amigas, amigos, pareja, etcétera.

 

Te lo mereces todo por el hecho de haber nacido.

 

Entonces, elige un sistema de creencias (el que sea), y revisa cómo es tu merecimiento dentro de él.

 

Volviendo al ejemplo de la muerte, la creencia de muchas personas es que debemos ganar el cielo (y en esto la religión hizo mucho daño).

 

Este es un ejemplo de un sistema de creencias basado en el merecimiento: «te lo tienes que ganar».

 

En cambio, en el sistema de creencias que yo elijo creer, no es así porque, a ciencia cierta ¿Quién tiene la verdad?

 

Así que, simplemente, elijo creer lo que me hace feliz, me consuela y me impulsa.

 

Y en este nuevo paradigma, yo creo que merezco todo lo mejor que venga después de la muerte, porque está disponible para mí.

 

Este ejemplo se puede extrapolar a cualquier situación vital, por pequeña o grande que sea.

 

Tú lo mereces porque sí.

 

Me encantaría que hagas esta reflexión.

 

Y si has caído en este artículo a través de la web, te invito a descargar y realizar los ejercicios que te dejo aquí abajo, así formarás parte de la comunidad y no te perderás ninguna novedad.

 

En uno de ellos te guío para que puedas diseñar tu vida ideal y en el otro para que puedas cambiar tu realidad a través de la observación de tus pensamientos, así que entre los dos ya tienes un mapa para comenzar a hacer esos cambios que tú quieres, anhelas o necesitas.

 

Te deseo una feliz semana.

 

 

Los ejercicios que mencioné el el artículo son:

 

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